Las estatuas dicen: dios y Pitágoras son peruanos

Hoy la calle está dura. Y esa no es ninguna novedad. Todos tenemos huecos en el bolsillo y a todos nos jode que el carnet de medio pasaje sea un lindo adorno en la billetera y que además el básico de la cafeta de letras sea una pata de pollo con 3 granos de arroz (hablo siempre de letras porque conseguir comida en las otras cafetas implicaría acampar desde la noche anterior). Pero que hasta las estatuas de Lima las pasen negras...eso sí que indigna.

Y es que en estos tiempos difíciles las estatuas tienen que hacer lo que sea para vivir. Sino que lo diga Hernán Cortés, quien al parecer por problemas de visado tuvo que abandonar su cómodo puesto de estatua de conquistador mejicano para llegar por medios desconocidos hasta el Perú, donde tuvo la ingrata e incómoda tarea de suplantar a Francisco Pizarro, nuestro noble criador de puercos. Sufre San Fernando sufre.

Mierda! yo quería llegar a las indias!

Pero eso no es todo en el triste periplo del buen Cortés. Porque cuando finalmente se supo que quien estaba ahí puesto no era quien decían que era, fue retirado, dado de vueltas y finalmente depositado en un rincón, al costado del río. Triste, muy triste.

Otro caso de suplantación es uno que encontré paseando por Barranco, pasando el puente dando de alaridos y arrastrando la lengua cuando bajé y subí de las playas en tiempo récord (de 2 horas). Nunca lo había notado y esto es algo que, señores del INC, deben de denunciar ya, porque en un momento aún indeterminado La Llorona sacó de su pedestal a Chabuca Granda. No hay derecho. Y a las pruebas me remito:

Déjenme que les explique, limeños

Pero no debemos ser tan duros porque, como les dije, la situación para las estatuas está muy fea, sobre todo para los íconos mexicanos. Y como todo en la vida, existen dos caras. Y hay estatuas que la pasan de maravillas porque viven en la Católica, y ya se sabe que en la Católica todos la pasan bien menos quienes pagamos por estudiar ahí. Hoy, mientras paseaba y moría de frío esperando mi clase de las 6 encontré dos claros ejemplos de que no todo está perdido para ellos.

Primero, la calata de Generales Letras. Inmune al verano, al invierno, a la jodida garúa y a las cagadas de pájaros (otros que la pasan genial en la Católica) está ahí para deleite de los sapos, además de los que llevan su curso de foto en Comunicaciones y no saben qué hacer y que por supuesto toman la foto con la estatua bien puesta al medio del encuadre..¡que viva la composición!. No debe tener mucha conciencia gremial pues, muy calata, lleva las cosas con suficiente elegancia y conchudez. Además, no tiene que suplantar a nadie, ella es como es.

Aquí la mostramos pero en una versión apta para todos pues este blog, en su cruzada por salvaguardar la moral y las buenas costumbres (el encarcelamiento de Magaly es nuestro primer triunfo), no muestra ni mostrará tetas, sólo potos.

ya no mires mucho oe!

Otro dichoso habitante de los jardines PUCP es la estatua Air Guitar. Y es que al verla siempre se me viene a la cabeza que lleva una guitarra imaginaria, haciendo riffs y punteos al aire. Y hasta tiene esa pinta larga y desarrapada del rockero típico. ¿No será un monumento a Charly García? Sólo le falta el vaso de whisky. O tal vez por esa extraña protuberancia que lleva en la cabeza sea una recreación muy libre de Monseñor Cipriani. Y así dicen que no hay infiltración Opus en la universidad. Indignante.

¿qué carajo me miras?


Pero esta tarea de observar estatuas puede ser muy inspiradora. Sus formas, erradas o de perfección casi matemática me inspiran muchas cosas, tantas que, por el lado de las matemáticas me impulsaron a comerme (por segunda vez en mi vida) un Baldor para poner fin a las torturas del hincha pelotero (¿o pelotudo?) peruano. Y es que creo que, aunque la odie a morir, las matemáticas pueden salvarlo todo. Por ello y luego de intensas cavilaciones, oraciones a diosito y a Pitágoras y 5 plumones Pilot indelebles gastados sobre pizarra acrílica, he hallado la fórmula que llevará a la selección peruana al mundial. Redobles de tambor: brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr
Y acá está:

Chemo, llámame. Porque si algo me enseñaron las estatuas es que puede vivirse de impostores y que a dios y a Pitágoras pueden usárseles en vano. Y la calle está dura.










2 comentarios:

Anónimo dijo...

agua d manzana q parece d tamarindo pero sabe a limon?

Chechi dijo...

mas o menos XD